miércoles, 2 de junio de 2010

Querida mia:

Sé que tu vida no es fácil, conozco la cara de tu hijo sentado a la mesa. Sé lo difícil que es bañarte todos los días con la marca de las caricias que se impregnan en la piel como garrapatas succiona recuerdos, te he visto llorar debajo de las luz de aquella lámpara que ampara todas tus necesidades a las 4 de la mañana. Puedo sentir el olor a látex con espermicida que aperfuma tu decencia mientras guardas tu argolla en el bolsillo. El paso del cigarro y las marcas de hambre que respira tu pecho impiden el cógito ergo sum que anhelas. Con todo ese dolor, tu calvicie y ese tumor cancerígeno que te consume, te detuviste y me miraste, nuestros caníbales coexistieron y nuestros cadáveres tantearon terrenos.
Te envío un hálito de calor querida mía.
Dile a tu hijo que no llore más.
Atentamente.
La muerte.
DANIELA VALENZUELA